Crisis manufacturadas

Hoy, como desde hace ya tiempo, volví a levantarme con el titular de la crisis en cada periódico. Pero media página de la portada se dedicó a la imagen de un partido de fútbol...qué curioso. Será que poco a poco deja de ser noticia, cuando la situación va calando en la sociedad y cada uno por libre intenta capear el temporal lo mejor que puede.

Es posible que nos hayamos vuelto conformistas. Miro a mi alrededor y lo que veo es una sociedad hipócrita que alardea de ideales de justicia y democracia cuando basa su existencia en el consumismo, la privatización, la competitividad... etcétera. En la que se habla de paz mientras se lucran del negocio de la guerra. En la que se habla de derechos humanos y una igualdad que está en contra de su misma existencia, pues las clases sociales no están, pero se sienten. Una sociedad dominada por multinacionales y grandes empresas que hacen posible que un jugador de fútbol cobre al año lo que cualquiera de nosotros en toda nuestra vida trabajando. Pero qué más da. Todo esto siempre ha ocurrido ante la pasividad en la que hemos sido adoctrinados, la facilidad de mirar para otro lado mientras no nos afecte directamente, o la de contentarse con que a nosotros no nos vaya demasiado mal.

Se que no se puede generalizar, no todos somos ajenos a esta realidad. La agenda establecida por los que nada tienen que perder no cambia, como mucho se retrasa. Mientras somos manipulados a su antojo para ir amoldándonos a su propia idea del mundo. Las desgracias de muchos por el beneficio de unos pocos, crisis provocadas para sanear las cuentas de quienes hacen caja aprovechando esta situación.
En esta sociedad en la que vivo, si todo va mal, la gente se va a buscar rebajas al centro comercial.

Es una ideología que nos arrastra a todos, seamos conscientes o no. Me incluyo, yo sólo me considero tuerto en el país de los ciegos. Por desgracia sólo abro el ojo de vez en cuando.
Se nos inculca desde todos los medios imaginables, a todas horas. En los quince minutos de anuncios, (si no más) en todos los canales a cada momento, en el bombardeo de las campañas de Navidad, San Valentín, en las vallas publicitarias en cada rincón, paradas de autobuses, en los periódicos y revistas. Ininterrupidamente, continuamente.

Y esa técnica se utiliza no sólo en el fomento exacerbado del cosumo, sino también como medio de manipulación de la conciencia social. Noticias que nos son repetidas y mostradas y de las que sacamos nuestra percepción del mundo, de lo que está bien o mal, de los que son malos o buenos. Hasta que finalmente tenemos la idea que a ellos les interesa que tengamos para llevar a cabo sus planes. Las noticias, a cualquier hora, en cualquier canal. Cada día las mismas muertes, guerras, asesinatos, accidentes, imágenes duras de las que ahora ya no advierten antes de su visionado. El goteo constante nos lleva a la insensibilidad, nos ha acabado acostumbrando.

Que en todos los canales sean noticias similares casi al mismo tiempo me lleva a su vez a preguntarme por la fuente de la que beben todas las agencias de televisión. Y la intencionalidad de la misma al mostrarnos lo que nos muestran.. pero ese es otro tema.

Gobiernos hipócritas que impregnan a sus sociedades su propia mezquindad, volviéndonos autómatas en busca del bienestar personal a través del materialismo casi impulsivo. Insensibles ante las injusticias más ostentosas, y cuando no, inaudibles frente al pasotismo de quienes dicen representarnos.
Dicen que no hay nadie más ciego que aquel que no quiere ver. Puede que a veces sea más comodo tener los ojos cerrados y no darse cuenta de la realidad.
Peor es la situación del que, siendo consciente de ella, no hace nada por evitarlo. Las cosas malas suceden cuando quienes pudieron, no hicieron nada por evitarlo.
Yo en este momento me pregunto qué puedo hacer ante todo esto. Y trato aquí de denunciarlo y darle forma al grito sordo de mi conciencia.