Monday, August 3, 2009

Parte de ti

Durante mucho tiempo luchó por contener aquellos sentimientos en donde no pudieran hacerle daño. Creía que debía apartarlos para poder seguir adelante. Permanecieron en un oscuro rincón de su interior, impresos en el recuerdo de cada momento que marcó su vida desde su juventud. Pero ahora afloraban a menudo sin que pudiera evitarlo, superando los muros que fue construyendo a lo largo de una vida, evocando sensaciones que de pronto le volvían vulnerable y débil, incapaz de sobreponerse y continuar.


Se empeñaba en olvidar. Nunca supo aceptar que, en realidad, todas esas emociones formaban parte de su propio ser, y sus miedos eran sólo el fruto de su incapacidad para aceptarlas como tal. La frustración se sumaba a la impotencia de no poder cambiar las decisiones que tomó. Dándoles la espalda, trataba de protegerse de todo aquello que le afectaba, negándose a enfrentarlo y al menos en parte, poder a superarlo.

No todo llega a olvidarse con el tiempo, pero a veces basta con poder cambiarlo de lugar en la memoria. Para ello antes tendría que hacer las paces consigo misma y dejar de vivir en el pasado. Necesitaba entender que nadie en su lugar podía escribir el siguiente capítulo de la historia de su vida.

Lo malo y lo bueno de una vida que la hizo tal como era ahora, que le había dado y le quitó tanto. Una vida que pasaba inadvertida, que se escapaba en cada aliento. En la que sólo con el paso de los años fue consciente del instante transcurrido, que no vuelve, que queda atrás.

Echar la vista atrás es necesario a veces, para entendernos a nosotros mismos y contemplar nuestros logros y fracasos. Para hacer uso de la experiencia que ganamos a través de ellos y no caer en los mismos errores. Sabiendo que los reproches y el arrepentimiento sólo contribuyen a sentirnos desgraciados en lugar de agradecidos por el tiempo que aún tenemos para cambiar de rumbo y darle sentido a nuestra efímera existencia.

Se ha de mirar atrás sin perder nunca de vista lo que nos espera más adelante, sin menospreciar lo que aún se puede hacer con el tiempo que nos queda si se encuentra la voluntad.

Debía dejar a un lado sus dudas, comprender que esa aflicción no repondría lo que ya había perdido. Pero los días seguían pasando y su ánimo siguió sin cambiar.

En el ocaso de su vida, frente a una hoja en blanco, decidió preguntarse qué era lo que de verdad quería. No recordaba la última vez que se formuló esa pregunta, y no supo qué responder. Empezó por pensar en qué le hacía sentir bien. Al principio dudó, sólo era capaz de definir su felicidad en función de los demás, de quienes le rodeaban, de su familia. Pero tendría que llegar más lejos si quería que sus respuestas no fueran vacías.

Se obligó a escribir su lista y al cabo de un tiempo identificó unas pocas ilusiones. Ese fue el comienzo. Y así conseguiría después reescribir su propia historia

Se lanzaría sin miedo, dedicándose a aquello que le llenara de verdad, o al menos lo intentaría, de la forma que fuese. Por fin, como nunca antes, se arriesgó a ser un poco más feliz, con todas las consecuencias.

Fue al final de su vida que aprendió a vivir, libre al fin, y supo con certeza que el esfuerzo mereció la pena.

1 comment:

  1. Hijo mio: Cada vez que releo las cosas que me escribes, doy gracias a Dios por el precioso regalo de tenerte....Yo no sé expresarme como tú, pero es que además estoy convencida de que aún no se han inventado las palabras que puedan expresar mi amor por ti.
    TE QUIERO TÁNTO, QUE ME SIENTO CULPABLE POR NO HABERTE PODIDO DAR MÁS FELICIDAD..TODA LA QUE TU MERECES...aunque SÉ QUE LA ENCONTRARÁS,LEJOS DE MÍ,TAL VEZ PERO YO,siempre TENDRÉ PARA TÍ ABIERTAS LAS PUERTAS DE MI CASA Y DE MI CORAZÓN,QUE SON TUYOS.,

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